Me
gusta esa máscara tan tuya. Me gusta. Como me gusta el sol fuera del cielo. Me
gusta. Como me gusta aquella melodía que recorre las cuerdas del violín. Me
gusta. Como el telar gris que sobrecoge el día. Pero he de advertirle a mi
gusto que aún no conozco los huesos y carne que yacen debajo de ella. Y he de
avisar a mi mente que falta mucho recorrido para desenterrar tu esencia, y ante
el encuentro de lo desconocido, puedes llegar a ser nada más que un gusto
efímero como mis otros tantos gustos.
Podría
seguir escribiendo mucho más sobre tu apariencia temporal, pero olvidaría que
tienes pensamientos dentro de ti mismo.
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